jueves, 11 de mayo de 2017

Condenados al fetiche



"Había en ella una suerte de deslumbramiento infantil ante lo nuevo-bello que rayaba el fetichismo."

Miguel Delibes.



          Las personas estamos condenadas a la pérdida (a estar en falta) y a quedarnos en mayor o menor medida mirando hacia atrás intentando recuperar aquello que perdimos. Esto nos lleva al atravesamiento del Edipo donde el niño pierde esa plenitud de satisfacción y tiene que enfrentarse a una realidad donde eso que tuvo ya no se puede recuperar. Eso lo lleva internalizado a través de la norma heredada del superyó paterno como agente de la cultura. Por eso el hombre en la cultura (civilización) es, en el mejor de los casos, neurótico. Lo que quiere decir que el sujeto de la cultura tendrá inherentemente un malestar por no tener (por perder) esa satisfacción plena.

          A partir de ahí el sujeto estará, como decimos, en falta, y si algo le falta es que algo tuvo, pero no será recuperable aunque sí sera muy anhelado. El problema del agujero de la falta es que no se encontrará ningún objeto que sea de la medida exacta (por suerte aunque no lo parezca). Como si hablásemos de un enlace falso, este agujero condiciona las satisfacciones que buscaremos y los objetos que se conectarán con nuestras pulsiones.

          Por lo tanto, si el motor que impulsa la búsqueda es eso que anhelamos, algo de eso habrá en todo lo que encontremos, por eso las parejas suelen tener algo de las figuras primordiales, aunque si es mucho, aparece la prohibición del Edipo y la culpa con los problemas correspondientes.

          Es en este punto donde podemos asociar dos conceptos, el de la pérdida y el del fetiche; y si hablamos de fetiche tenemos que hablar de perversiones.

         

      
          Antes de que Freud teorizase las perversiones sexuales en sus "Tres ensayos sobre teoría sexual", se creía que las perversiones era todo lo que se salía del concepto de "coito normal", por ejemplo el sexo oral, el voyeurismo, fetiches, etc. Hoy en día también se confunde mucho eso de "perversión", por la carga que lleva implícita la palabra: algo malo, terrorífico... Pero no, perversión, además de una determinada estructura psíquica (Ver: ¿Somos todos neuróticos? ¿Qué es ser neurótico?) sería todo eso que se sale del coito normal con penetración PERO donde se queda fijada la pulsión, es decir, que no sería parte de la sexualidad sino la sexualidad en sí, lo que impide llegar a ese coito normal.

          En estos casos hablaríamos de síntomas o estructuras perversas, que no significa otra cosa que sujetos que no han querido renunciar a eso que, como decíamos antes el sujeto de la cultura pierde. La cita del principio de Miguel Delibes habla de algo infantil, eso es el perverso, para que nos entendamos: "El nene que no quiso renunciar a mamá", y no quiere de hecho. Pero todos venimos de ser perversos.

          La sexualidad en el humano que tiene pulsión no es lo mismo que la del animal que tiene instinto y por tanto un saber de cómo satisfacerse; el humano tiene que conectar las pulsiones con objetos, porque de entrada vienen sin ellos. por tanto la sexualidad humana es un recorrido con un punto de llegada. El mismo recorrido que hace el niño, perverso polimorfo para convertirse en adulto, neurótico, en el mejor de los casos, pero perverso frustrado que no le quedo más remedio que renunciar ante el nombre del padre.

          Si la sexualidad es un punto de llegada, el fetiche es una meta volante en la que el sujeto se queda atrancado (fijado), por eso la relación con lo perverso/infantil, es como si fuese un retrovisor donde el sujeto no se enfrenta con la pérdida, porque para llegar a la sexualidad normal-genital-adulta primero hay que renunciar. En el encuentro sexual uno se encuentra con la falta, con lo que cada uno tiene y no tiene, con lo que mamá y papá tenían y no tenían, con la diferencia sexual y con la realidad.

          Ese fetiche llega a ser por sí mismo el fin sexual, es ahí donde vendría a considerarse patológico, sin embargo, una cierta condición fetichista en los objetos que encontramos debe de haber, figura física, tipo de cara, color de pelo, gestos, algo de eso que se adecue a nuestro fantasma, que nos recuerde eso que perdimos, pero que si está fijado, ahora lo podemos entender mejor, sería una forma de quedarse mirando hacia atrás hacia el objeto perdido, perdiendo la oportunidad de llevar una vida hacia adelante.

          No obstante y en conclusión, el ser humano, en tanto que está en falta de eso que perdió siempre echará de vez en cuando la mirada atrás. Si el fetiche es un objeto sustitutivo del objeto principal, todos los objetos que el humano encuentra serán a su vez sustitutivos de los objetos primordiales que se perdieron con lo que, para ser felices, estamos condenados al fetiche, a que algo de lo nuevo nos recuerde a lo antiguo, a la realidad en la que nos cimentamos. No es malo, es humano.

Luís Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.
 

(34) 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com / Skype: psicodinamika
 

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Arte: Foto 1: www.mujereshoy.com

          Foto 2: www.psicoasesores.com

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