jueves, 12 de octubre de 2017

¿A qué se va al psicoanalista? La angustia


                        Como siempre decimos, los pacientes no vienen a la consulta para curarse (Ver: La escucha de los profesionales), vienen porque sufren sí, aunque ya sufrían antes. El problema es que ahora la presión del síntoma se ha hecho insoportable pero ni siquiera vienen para quitarse necesariamente el síntoma, antes ya tenían síntomas, llegan a la consulta por la angustia, que es lo que no engaña, pero si quitamos la angustia de la ecuación (como algunas terapias), el sujeto puede vivir con sus síntomas de nuevo porque está gozando inconscientemente y las consecuencias de ese goce no se están sufriendo tanto.

               La psique siempre busca una constancia - equilibrio - homeostasis y el síntoma es parte de este mecanismo, es una descarga parcial, una satisfacción, una suma de excitación que se desplaza al cuerpo, a una idea, a una fobia, etc. Podemos decir para entendernos que el síntoma se disfruta también. Y los pacientes vienen cuando el síntoma produce demasiadas consecuencias negativas por las que ya no puede ser disfrutado, o sea que algo de eso del goce se cortocircuita y el equilibrio se rompe, bendita angustia que hace que el sujeto se pregunte qué le pasa. 

               Aquí es donde entra la ética de las corrientes de la psicología: ¿Qué se hace con esta angustia que trae el sujeto? (Ver: Escucharse para poder escuchar).  Un impulso natural de una oreja que no ha sido analizada previamente tratará de vencer esa angustia, acallar ese grito de sufrimiento y devolver a la normalidad a ese paciente que en ocasiones se lo implora. Pero un analista que previamente ha pasado por su propia falta, por su propia angustia y que ha madurado escuchándose podrá, porque se hizo cargo de lo suyo, trabajar con esa angustia para que el paciente pueda también transitarla, ver lo que le pasa, hacer consciente lo inconsciente y develar la escena de su vida, lo simbólico, el goce. Ahora sí puede decidir cambiar y llevar su vida diferente.

               Ni que decir tiene que a niveles demasiados fuertes de angustia no se puede trabajar bien y no es que no ayudemos al paciente a sufrir menos, lo que no podemos hacer es entrar en el goce del paciente y ayudarle a sobrellevar la enfermedad porque esto sería como una especie de training para soportar la insatisfacción. Es como si a una persona cuya pareja le maltrata le enseñamos a relajarse mientras le pega para sufrir menos los golpes, a hacer meditación y centrarse en el aquí y ahora cuando esté destrozada en casa y cuando tenga miedo, a evadirse y pensar en otras cosas cuando la está insultando, o a tomarse pastillas después de cada ataque. No, se trata de que la persona piense porque está en esa escena, donde la ha vivido antes, que se le está repitiendo, hacia donde apunta su deseo, el goce, etc... 

               A través de una relación transferencial con el analista, donde algo de la repetición no encajará igual, el analizante podrá entender que es dueño de su propia vida y que la angustia pasa por tomar una posición diferente, adulta. Porque la otra alternativa es echarle gasolina al goce, que remite a una posición infantil (Ver: El goce - Vídeo), así nos encontramos sujetos desvalidos en una sociedad de consumo infantil incapaces de hacerse cargo su propia historia sólo porque quien se encargó de ellos no pudo enseñarles a escuchar su falta porque no se hizo cargo de la suya propia.


Luís Martínez de Prado. 
Psicólogo / Psicoanalista / Formador. 

Consulta: (34) 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com / Skype: psicodinamika www.psicodinamika.blogspot.com

Quiero empezar mi psicoanálisis: www.psicodinamika1.blogspot.com 

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