sábado, 7 de octubre de 2017

Diferencias entre psicoanálisis y otras corrientes de la psicología IV: Pulsión vs instinto



               En psicoanálisis se habla de muchos conceptos: Goce, repetición, deseo, transferencia (ver: Diferencias entre psicología y psicoanálisis III: La transferencia),  etc... Algunos más confusos que otros. En este escrito vamos a hablar de la pulsión, o querencia, que no instinto. El debate está sobre si el humano tiene instintos o no. esto es lo que dice el psicoanálisis o mi visión personal del mismo.

               El instinto pertenece al animal salvaje, logrado, que nace con un "saber" de como satisfacerse. El instinto tiene un cómo y un qué, un objeto. Viene programado en su génesis con una información dada de antemano. Entonces este animal, en la naturaleza, intenta satisfacerse sin más, sin ética, sin moral, busca la satisfacción.



               El humano antes de ser humano sería un animal también con esta forma de satisfacción, pero el humano cultural - Civilizado está obligado en pos de esta cultura y a través del lenguaje a renunciar a este "satisfacerse sin más", en vez de sin más, aparece un Otro y otros y un sistema cultural al que se tiene que adaptar y en el que será insertado por el deseo de los demás. 

               Esta adaptación a los demás implica que el sujeto, si bien nace con una serie de reflejos, carece del saber de cómo satisfacerse como el animal logrado. El humano debe aprender y para esto está en total dependencia de sus congéneres. Así es, el ser humano es la especie más dependiente que existe pero la que ha podido evolucionar y trascender en cultura justamente por este freno que pone a la satisfacción.

               Empezamos aquí a hablar de pulsión, decíamos que no sabe cómo satisfacerse pero sí necesita satisfacerse. las pulsiones humanas vehiculizan esta necesidad pero no saben hacia donde. No obstante van a encontrar la manera, este lapso en la busqueda necesitada de conectar la necesidad de satisfacción a los objetos es el momento de la angustia. la pulsión necesita ser conectada. por eso cuando cortamos con alguien, cuando perdemos un objeto, sentimos esa pulsión desconectada que tiene que conectarse con otro objeto. 

               Por tanto, vamos a decir que la pulsión, a diferencia del instinto, no tiene objeto pero lo encuentra, lo encuentra hacia fuera y hacia dentro, porque el objeto puede ser uno mismo y su propio cuerpo, sí, el síntoma y la enfermedad también tienen que ver con la pulsión.

               Es la cultura entonces la que va a indicar cómo satisfacerse, como se va a sublimar esa satisfacción total que el humano pretende pero que tiene que reprimir; y lo va a hacer en cada caso particular a través de su representante: La ley del padre, que no necesariamente lo representa el padre, ni siquiera una figura masculina, ni siquiera alguien vivo. Sino la figura física o simbólica a donde mira la madre por amor. Rompe así el vínculo simbiótico con el infante para no devorarlo y dirige la mirada a quien encarna la norma, a quien el niño/a tendrá que obedecer.

               Entonces las pulsiones de satisfacción están en el niño y buscan encontrar objeto, se van a conectar evidentemente con los objetos que tienen a mano, por eso el entorno primordial es muy importante, porque se van a conectar a lo bueno y a lo malo, a lo que les hace bien y a o que les hace mal pero SIEMPRE, va a haber una satisfacción inconsciente. de esta forma el sujeto se hace insertable al entorno y contexto que tiene, ya que mucho no puede elegir. Así, la pulsión la podemos ver también como una forma de sujetarse al entorno, sea cual sea, y hacerlo soportable, de forma que es más fuerte la angustia de la desconexión del objeto pulsional que engancharse a un objeto que por fuera destroce a la persona.

               El problema aquí es que cuando la pulsión encuentra objeto, se va a quedar fijado al mismo, y si bien los objetos son intercambiables, el sujeto ya ha aprendido a satisfacerse-gozar de esa manera (Ver: somos como nos quisieron).

               El sujeto se queda enganchado a esta satisfacción como forma de goce igual que de una adicción se tratase y "curarse," (aprender a gozar de otra manera) pasa por hacer consciente el goce y pasar por el vacío de la angustia, el vacío del adicto que deja la droga y poder así conectar las pulsiones con nuevos objetos que no sean causa de tanta angustia (Amar, amarse diferente para no naufragar)


               
               Es por eso que los analistas trabajamos con la angustia, porque es el motor del cambio, cuando la angustia a consecuencia del objeto empieza a equipararse con la angustia de la pérdida del mismo el sujeto está más concienciado a poder cambiar. Mientras tanto, existen numerosos recursos en la sociedad para seguir siendo adictos a estos objetos que nos dañan, permitiendo maneras de hacer soportable el objeto con psicofármacos, otras adicciones, alienamiento y desconexión de uno mismo y de su condición. Pero el inconsciente se cuela y al final eso que en el fondo uno sabe que no va bien, se asoma antes o después.

Sobre la pulsión de muerte ver: Pulsión de muerte: Una mirada desde eros.

Luís Martínez de Prado.
Psicólogo / Psicoanalista / Formador.


Consulta: (34) 686 77 41 39 / psicodinamika@gmail.com / Skype: psicodinamika

www.psicodinamika.blogspot.com

Quiero empezar mi psicoanálisis: www.psicodinamika1.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario